Que nadie se engañe. La Federación Internacional del Automóvil (FIA) puede poner todas las trabas que quiera, puede prohibir los elementos que desee, puede intentar frenar el ímpetu de Red Bull, que está sentenciando el campeonato antes incluso de llegar a su ecuador. Sin embargo, no logrará que ninguna de las demás escuderías alcance a los bólidos de las bebidas energéticas. La diferencia entre ellos y los demás no está solo en la perfecta aplicación de los difusores soplados, sino en la misma concepción de un coche que no tiene parangón en el paddock.
La prueba más evidente de todo eso la encontramos este pasado fin de semana en el Gran Premio de Europa, que se disputó en Valencia. La FIA prohibió que los equipos pudieran modificar el mapa motor entre la clasificación y la carrera. Teóricamente, eso debía suponer el final del predominio de Red Bull en la clasificación. Sin embargo, el equipo respondió copando las dos primeras posiciones de la parrilla y dejando con la boca abierta a todos sus rivales.
Lo que la FIA impidió en Valencia fue que el escape soplara durante toda la vuelta de clasificación y los gases que llegaran al difusor permanecieran constantes incluso cuando el piloto pisara el freno. De esta forma se conseguía mantener toda la vuelta la misma carga aerodinámica. Habitualmente, cuando en un motor normal el conductor levanta el pie del acelerador, se cierran las mariposas y el escape deja de soplar. Se corta la inyección. Pero, modificando el mapa motor y forzando el propulsor a tope, conseguían que eso no ocurriera. Sin embargo, esa solución no podía mantenerse durante la carrera más que puntualmente porque, si no, se corría el riesgo de quemar el motor.
Eso obligó a Red Bull a no usar esta aportación que había inventado el año pasado Renault. Les causó un perjuicio, sin duda. Pero no menos que al resto de los equipos punteros porque todos ellos la estaban utilizando también, aunque con menos precisión. Los únicos coches de la parrilla que no usaban este sistema de soplado eran los equipados con motores Cosworth.
La FIA dio el primer paso, pero nada cambió. En Silverstone, dentro de dos semanas, dará el segundo: prohibir los difusores soplados. Creo que cambiará muy poco. La medida afectará a todos los equipos grandes: Red Bull, Ferrari, McLaren, Mercedes, Renault. Todos perderán. Tal vez Red Bull pierda un 3% más que los demás porque es el equipo que mejor ha desarrollado el invento. Pero eso se transformará en muy pocas décimas de segundo, que no serán suficientes para que Alonso alcance a Vettel. El paquete global del Red Bull es demasiado poderoso para acusar esta pérdida.
Desde mi punto de vista, la medida no servirá para cambiar las cosas en el Mundial como algunos creen. Red Bull seguirá siendo el coche más rápido en la clasificación y funcionando como un reloj en la carrera con los dos tipos de neumáticos. Y los 99 puntos que el alemán Vettel lleva a Alonso seguirán pesando como una losa insalvable para los intereses de un Ferrari que, eso sí, sigue mejorando.
En Valencia, el español ya mostró que es capaz de mantenerse en el ritmo de los Red Bull tanto con los neumáticos blandos como con los duros. Eso es un gran avance. Sin embargo, está claro que Vettel mantiene su predominio, avalado no solo por el hecho de tener el mejor coche, sino también por tener una confianza inquebrantable en sí mismo, que le permite intentar todo lo que quiere sabiendo que va a salirle bien. Tiene la suerte de los campeones. Pero se la ha ganado.
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